Un día desanimada, me levanto como todas las mañanas a preparar ese café con tostadas y mermelada. Me siento en el sillón y con emoción viene hacia mí lado Tomi, me mira con sus ojos lleno de adoración y con una de sus patas lo apoya en mi pierna diciendo: —¡Oye tú! ¡Buen día! —Lame mi mano, como si fuera un beso. —¿Cómo te encuentras hoy? —Lo miro con ojos brillosos y le digo: —¡Buen día! Me levanté desanimada, tuve un sueño pesado y triste. Pero tú compañía es el empujón de mi alegría. —¡Fantástico! Esa es mi misión, estar siempre a tu lado a pesar de todo y causarte lo mejor.¿ Que tal si me compartes una tostada y desayunamos juntos? —Que estupenda idea, la verdad que ya me hiciste sentir mejor. Buen chico tomá. Agarró la tostada con alegría agitando su cola.